domingo, maio 25, 2014

Diderot y su defensa de método de la física experimental frente a las matemáticas

Defensa de Diderot del método de la física experimental frente a las matemáticas.
“Hemos distinguido dos tipos de filosofías, la experimental y la racional. La una tiene los ojos vendados, camina siempre a tientas, coge todo lo que le cae en las manos, y encuentra finalmente cosas preciosas. La otra recoge estas materias preciosas, y trata de formarse una antorcha; pero esta pretendida antorcha, hasta el presente, le ha servido menos que los tanteos a su rival, como debía suceder. La experiencia multiplica sus movimientos hasta el infinito; está en acción sin cesar; emplea en buscar fenómenos todo el tiempo que la razón emplea en buscar analogías. La filosofía experimental no sabe ni lo que obtendrá, ni lo que obtendrá de su trabajo; pero trabaja sin descanso. Por el contrario, la filosofía racional sopesa las posibilidades, se pronuncia, y simplemente se detiene. Dice atrevidamente: la luz no se puede descomponer. La filosofía experimental lo escucha, y se calla durante siglos enteros; después de repente, muestra el prisma, y dice: la luz se descompone.” Diderot, De l´interpretation de la nature (1753).

El texto distingue la filosofía experimental de la filosofía racional, aunque por el encabezamiento del texto podemos deducir que la filosofía racional se refiere a las matemáticas, en concreto a las partes de la física que estaban matematizadas a mediados del siglo de las luces, o buscaban una estructura matemática para la teoría . Bajo “matemáticas mixtas” se usaba un término que se remontaba al siglo XVII con su empleo por parte de Bacon hacia “la perspectiva, la música, la astronomía, la cosmografía, la arquitectura y la ingeniería”. Eran estas matemáticas las que, ya en el XVIII, aplicaban los desarrollos matemáticos a la mecánica, acústica, astronomía geométrica, y como en el ejemplo de nuestro texto, a la óptica. Además, no implicaban ningún desarrollo experimental, ya que aun siendo mixtas, procedían de forma axiomático-demostrativa, como en Galileo, quien decía que los mismos principios que se aplicaban a la astronomía eran aplicables a las “cualidades primarias” que sí eran cuantificables de la física terrestre. No obstante, Galileo usaría el telescopio que el mismo patentó y a pesar de que la ‘nueva ciencia’ físico-matemática prescinde de los avances empíricos, pragmáticos y tecnológicos para privilegiar los grandes avances teóricos. Estas matemáticas mixtas se centraban en aplicar la formalidad matemática a problemas físicos previamente racionalizados, abstraídos y reducidos a condiciones ideales y cuantificables . Consistían en determinar abstracta y formalmente un modelo teórico que minimizara los problemas ontológicos y epistemológicos fundamentales. Frente a esto, Diderot piensa que solo nos familiarizamos con la realidad concreta mediante el uso del método experimental, rival de la metafísica y de la matemática, las cuales pretenden un orden de la naturaleza estático frente a la diversidad y la heterogeneidad que en realidad la caracteriza; en efecto, Diderot enfatiza la necesidad de que el pensamiento se mantenga abierto a nuevos puntos de vista, ya que todo cambia. Delimitar magnitudes medibles implicaba concentrar la atención en determinados parámetros del experimento, en detrimento de todos los demás, considerados “perturbadores” en el desarrollo de la prueba. “Matematizar suponía encerrarse en un corsé demasiado estrecho”, ya que todo se contenía en las premisas de un desarrollo matemático, negando la posibilidad de nuevos descubrimientos.
La revolución científica desde Galileo a Newton, aplicaba un modelo físico-matemático a ámbitos de la realidad con leyes y principios inconmensurables entre sí. No obstante, vemos que el propio Newton, por una parte simbolizaba la filosofía racional dentro de la tradición más teórico-matemática con sus Principia mathematica, pero por otra, recogía la tradición más empírico-experimental dentro de su Óptica, desde donde demostraba que la luz se descomponía, y hacía suyo el empleo de la física experimental con el uso del prisma. En el texto, de igual manera, Diderot parece otorgar la primacía del resultado a la filosofía experimental, la cual acaba encontrando “cosas preciosas”. La antorcha que la filosofía racional se ha formado con dichas cosas preciosas no le ha servido de nada. Pero aunque en el texto se rivalizan a ambas filosofías, la racional solo es criticada por nunca recurrir a los hechos, y sí que hay necesidad de conocer la matemática. Según J. Guinsburg, Diderot, a pesar de la influencia baconiana, tan visible en la envestida contra la matemática, no adopta integralmente la vía inductiva. Fiel a su vinculación racionalista, procura combinar inducción y deducción, intuición y reflexión, visión y previsión. Trata de explorar en profundidad la investigación experimental, sin perder el horizonte de la hipótesis teórica, pues la primera sin la segunda es miope, y la segunda sin la primera es estéril.
También, por su parte, se puede entender a la filosofía experimental como física experimental, términos casi sinónimos, y a diferencia de la física de la época, a la cual se la llamaba de filosofía natural. Pero durante el setecientos sería más conveniente hablar de filosofías naturales, con sus renuncias “a la profundización de las causas y una valoración de los efectos por la vía matemática”, unidas a la opción personal implicada de las diferentes concepciones religiosas de la época. Diderot desea llevar a sus lectores a desconfiar de todo y cualquier sistema antes de adoptar alguno, a fin de evitar que la filosofía natural, la filosofía de las ciencias, sea perjudicada por la prevención sistemática. Que un hombre no es una máquina, que la naturaleza no es Dios, que una hipótesis no es un hecho: estos son los principios con los que Diderot saluda al joven estudiante de la filosofía natural . Tradicionalmente, el término “física” era el estudio de la naturaleza por sus causas, englobando cuestiones relacionadas con el mundo orgánico. Desde Bacon, se trataba de “establecer mediante experimentos leyes que gobiernan el mundo inorgánico” ; el trato restringido de la física experimental hacia la naturaleza inanimada es propio de una disciplina de la medida, pero no del modelo matemático, siendo los grandes temas de la nueva física experimental el calor, la luz, la electricidad y el magnetismo. No obstante, en Europa existía ya un escepticismo ecléctico tanto frente al sistema de Descartes como al de Newton. La labor experimental trataba, en una primera fase cualitativa, mostrar los fenómenos. En una segunda etapa, se hacían mediciones cuantitativas, para finalmente, en una tercera etapa allá por 1770, hacer al experimento dependiente de la teoría, atendiendo “a todos los elementos que pudiesen influir en los resultados”. En “Sobre la interpretación de la naturaleza” planea la polémica que Diderot mantuvo con su colega D´Alembert, quien se inscribe dentro del proceso de tratamiento unificado de lo real a través de su matematización, abstracción y racionalización ideal, la cual, no obstante, olvida los aspectos más experimentales. A esa dirección se opone Diderot, más biologicista, vitalista y valorador de lo experimental. En la Enciclopedia, el término “Ciencia” sigue más la línea de D´Alembert. Tras la retirada de este de la Enciclopedia, obra central del siglo de las Luces, e incluso en reacción a este y su Discurso preliminar, resultó la elaboración de Sobre la interpretación de la naturaleza, lo que podría ser considerada como la verdadera síntesis filosófica y guía metodológica de la Enciclopedia. Dice Magnólia Costa que en Sobre la interpretación el combate a la obscuridad es el mayor problema del pensamiento científico. Concuerdo con la autora en que los temas de dicha obra se presentan de manera desordenados: conjeturas sobre magnetismo y electricidad, sobre choques y elasticidad, ya desde una posición de investigación positiva. Una impresión del lector puede ser que Diderot usa un recurso por él mismo condenado: el de la abstracción. Pero, en sintonía con el devenir de la historia de la ciencia, el enciclopedista entiende a la materia como heterogénea, capaz de producir la diversidad de los fenómenos que observamos en la naturaleza. Esta noción heterogénea será esclarecida por la química, ya en un escrito más avanzado, Principios filosóficos sobre la materia y el movimiento, alcanzando a la crítica de la filosofía cartesiana. También en Sobre la naturaleza, Diderot ve en la idea de prototipo el origen de todos los seres y la toma por el modus operandi de la naturaleza, idea que será substituida en el Sueño de D´Alembert por la generación espontánea.
Nuestro texto muestra la insistencia en el método experimental para la ciencia y filosofía. En su De la interpretación de la naturaleza, Diderot se equivocaba al pronosticar que la ciencia matemática se detendría pronto, ya que “la matemática está limitada por sus conceptos, y es incapaz de darnos trato directo con realidad concreta”. Esta postura es contraria a la de Condorcet, quien creía en el progreso ilimitado no solo en la ciencia moral sino también en la ciencia física, y hasta en la matemática. A partir de 1760 el “espíritu geométrico” apoyado en el álgebra se difundía sobre las diferentes ramas del saber,” trasvasando el método de las matemáticas a todas las esferas de la actividad humana”. La estadística se convertía en una herramienta para el control y la gestión gubernamentales, alcanzando la población, la higiene pública y los recursos naturales. Las ciencias sufrieron una transformación. Aquellas que ya estaban matematizadas como la astronomía, conocieron un refinamiento en los instrumentos. En la arquitectura o la construcción naval se desarrollaron el espíritu racionalizador .
Según Paul Verniere, para Diderot, la filosofía es una ciencia positiva, fundada sobre hechos, elaborada por la experiencia…amontonado confuso sin la hipótesis…Son hipótesis o conjeturas lo que él propone en Sobre la interpretación de la Naturaleza… . Si nos vamos hasta la Enciclopedia, y a lo largo de ella nos detenemos en el artículo “arte”, se encuentra el mismo esfuerzo por emancipar las artes mecánicas que leemos en este texto comentado. En el artículo “arte”, Diderot distingue el arte de la ciencia por el objeto formal, distinción correlacionada a la filosofía experimental y la racional: esta última es una ciencia, y la experimental, cuyo objeto es ejecutable, es un arte. El gusto por la experimentación determina un arte, emanada por el espíritu científico, que descubre cosas útiles, mientras que el gusto por la abstracción, emanado del espíritu sistemático, determina la ciencia racional, la cual aleja al hombre de la naturaleza. Lo que Sobre la interpretación de la naturaleza propone es un método basado en la observación de la naturaleza, en la reflexión y en la experiencia: “La observación recoge los factos, la reflexión los combina y la experiencia verifica el resultado de la combinación” . Según estas palabras, filosofía racional y experimental se juntan a la hora de desarrollar el método diderotiano, el cual confiere a la experiencia el papel de corroborar o destruir las hipótesis, ya que esta hipótesis aparece como elemento racional del método. Todo esto puede contraponerse a lo que F. Copleston escribe sobre Diderot, para quien en ciertas circunstancias no hay despilfarro mayor que la preocupación por el método – en referencia a la botánica- No hacemos más que perder el tiempo cuando intentamos descubrir algún método universal que sea aplicable a todas las ciencias. Es absurdo suponer que el método aplicable en matemática es aplicable también en botánica . Esta segunda crítica va dirigida al espíritu sistemático que marca el pensamiento de algunos naturalistas, principalmente, la filosofía de los metodistas Maupertuis y Linné. Pero lo que precisamente aparece en Diderot son contraposiciones, las cuales no solo formaron parte de su pensamiento sino también de su propia existencia; ambigüedades que han sido, por fortuna, revistas y renovadas tardíamente con Goethe o Hegel primero, y a lo largo del siglo XX, con autores como Ilya Prigogine o Jean Mayer, quienes rehabilitaron la escritura filosófica y científica de Diderot, en la bibliografía de un personaje considerado por Windelband “el microcosmos del mundo ilustrado” , personaje que sintetiza el deísmo, el escepticismo y el ateísmo, ambigüedades vivenciales de la, al mismo tiempo, vida burguesa y bohemia de Diderot. Filósofo, dramaturgo, creador de salones, se puede decir de Diderot, como de su amigo Rousseau, que apuntan a perspectivas proto-románticas, ya que ambos sometían a dura crítica a la propia Ilustración, en parte desde ella misma. La razón, la ciencia y la cultura, forman el legado ilustrado, progreso humano de emancipación intelectual, junto al vitalismo, diálogo y paradoja, ejercicio dramático de quien hace de la filosofía, arte y ciencia pretextos de conversación con la vida y sobre la vida.