quinta-feira, julho 16, 2009

NO TE ANGUSTIES (I)





1. EL ESPACIO ECLÉCTICO

El día ha sido bien aprovechado. A eso de las diez ha salido del Hostel a encontrarse con Alfonso, un amigo gallego de Galicia que casualmente ha venido a pasar este fin de semana en Buenos Aires. El gallego ha decidido ir hasta la Plaza Serrano a pie desde San Telmo después de los productivos consejos del flaco que hace las veces de recepcionista en el Hostel; había otras alternativas para desplazarse pero vista la relajación con la que se afrontaba el día, no cabía duda de que andar era la mejor manera de respirar los buenos aires del lugar; eso suponía una hora y media de caminada, lo cual lo entusiasmaba, pues el día estaba soleado, y el tranquilo paseo motivante. La 9 de Julio y la Avenida Santa Fe se han llevado la totalidad de la caminada, y el gallego ha llegado con retraso, había quedado a las doce y media, debido a sus continuas paradas en librerías que se cruzaban en su camino.
El caso es que Alfonso también acababa de llegar a la plaza e iba acompañado por Jorge, su anfitrión, un gallego del Pais Vasco, que vive aquí desde hace cuatro años. Han gastado el día entre librerías, cafeterías, charlas y más charlas; el gallego ha estado intentando convencer a Alfonso para que le acompañase a una obra de teatro que comienza a las nueve, y ante la negativa de éste, se han despedido hasta mañana; regresaba de vuelta el gallego más o menos sobre las ocho, decidiendo pasarse primero por el Espacio Ecléctico, para ver dónde quedaba exactamente, como era el sitio, y comprar el billete antes de que se pudiera acabar.
El teatro es una casa de la calle Humberto Primo, una casa por fuera como el resto de las de la calle. Tan sólo un cartel de esos que los bares ponen en las aceras para anunciar las tapas del día deja entrever algo diferente; eso, y dos tipos fumando un cigarro en la puerta, uno de ellos de larguísimas barbas blancas. Pequeños carteles pegados en las vitrinas de lo que serían los balcones o escaparates de la casa dan la bienvenida a un Espacio Ecléctico autogestionado por los artistas, y anuncian además otras actividades.
El local es pequeño, pero coqueto. Un pasillo de unos cinco metros va directo desde la puerta principal hasta una pequeña barra de bar, que parece servir también de mostrador. A la derecha del pasillito hay una tarima, con cinco mesitas. Anda el pasillito hasta la barra; hay un tabloncito de anuncios con recortes de periódicos, y postales, como las que hay en el mostrador del hostel que le han servido para enterarse del evento; aquí se encuentra con alguien a quien preguntarle: la propia directora de la adapatación argentina de “Los enfermos”.
Iris gentilmente le da la bienvenida, y comienza a darle detalles de la pieza al gallego estrafalario que acababa de interesarse con demasiada agitación, como quien se está jugando mucho en el empeño. Su marido la acompaña, y muestra la misma curiosidad por el recien llegado. Le comentan que la obra ha sido galardonada recientemente y está teniendo mucho éxito. El acento español del gallego despierta la curiosidad , y la graciosa coincidencia le va a hacer un invitado especial.
- Eres español, verdad. ¿De dónde? – pregunta la directora.
- De Sevilla.
Resulta que Iris y su marido acababan de volver de un viaje por España. A ellos le encantó la ciudad del gallego, lo único que conocieron del sur de España; se identificaron con el proletariado, los campesinos, con la clase pobre y humilde, lo cual piensa era propio de esa región. El visitante les pregunta si alguna vez habían escuhado hablar del señorito andaluz: tal vez nunca.
- Está claro que no se puede tener una percepción real de un lugar, con tan sólo dos días de visita. – comenta Iris- Pero yo tengo mi opinión, que no deja de ser subjetiva y pequeña. La gente es más agradable, más simple en el sur.
- Bueno – le responde el gallego.- La opinión subjetiva también cuenta.
El gallego tenía claro que sus anfitriones le estaban asumiendo un carácter pro, o partidario o hasta camarada. A esa idea contibuye el vestir una sudadera roja con una estrella de cinco puntas en una de sus mangas. 1975, se lee por delante. En definitiva, Biris norte Ultras SFC. Un regalo del hermano ultra del gallego, cuya hinchada va de comunista. El mundo es un pañuelo.
El mundo es un pañuelo; el gallego quería ver algo estrictamente argentino, alternativo, real, con esa dosis de manifestación con la cual los argentinos son propensos a mostrarse.
- Lo siento, - dice la directora- la pieza es universal. Aunque por supuesto, le queda algo argentino a la adaptación.
Pensamiento un poco tacaño el del gallego, ante el interés suscitado por la enfermedad que trataría la obra. Andaba seguro el gallego que la superabundancia causaría esa humana enfermedad. El gallego es invitado a quedarse en el Rincón cultural hasta el comienzo de la obra en una hora, y de buena gana se quedaría sino fuera por lo cercano que queda el Hostel Así, tras la cordial recepción en tan peculiar sitio, el gallego se vuelve al Hostel para darse una ducha.
Se quita las botas porque el paseo diurno ha sido largo. El fedor sube automáticamente; no obstante no desentona con la atmósfera húmeda Del Hostel San Telmo. Ahora, el cuarto del gallego se ha inundado de excitación; a sólo una cuadra van a representar “Los enfermos”, una obra de un cordobés, pero cordobés de Andalucía, llamado Antonio Àlamo, quien a su vez es director del Lope de Vega en Sevilla.
Se asea, reflexiona sobre las casualidades. La mayor de todas ha sido esta mañana, antes de salir: encontrar en la postal del Espacio Ecléctico una pieza con un título tan sugestivo en estos momentos de delirios. Allí se dirige de nuevo.
Una vez dentro, el Jazz y la música de Cabaret de los treinta marcan las pautas del ambiente a ser vivido en la antesala, en la tarima que recibe a los asistentes a este Rincón Cultural. La primera llamada se pronuncia, mientras el botellín de Quilmes aún anda por la mitad; a todo esto, la audiencia es poca de momento, pero madura y relajada. Sólo él se sienta en una de las cinco mesas que llenan el tablao recibidor, con sillas casi taburetes, muy flamencas por cierto. Todo es pequeño aquí, privado casi, confidencial y transparente como las miradas y sonrisas de las mujeres que posan en los retratos que cuelgan sobre las paredes blancas de la sala: mujeres cómplices, desconocidas y mayores de 60 años.
La ducha antes de venir a ver la pieza ha limpiado al gallego, quedándose más comfortable con sandalias, dentro de este lugar artístico, donde no ha sonado el tango esta noche, donde el arte da prioridad a las ideas, donde una Argentina política no para de preguntarse y protestar, aunque sea por el arte de protestar, sobre las acciones irracionales de sus líderes. La misma Argentina que aguarda al son de la propia vida que las utopías se hagan realidad. Esta antesala podría pertubar a un espíritu necesitado del mundanal ruido, pero no a las almas que les gusta no angustiarse al profundizar en el conocimiento de las realidades, ante la visión desoladora a la cual se llega tras el estudio y la investigación. Sin duda, almas políticas y sociales se encuentran en rincones de la ciudad, ante el barbarismo racional del continente americano. Bueno Aires está llena de contradicciones, como la vida misma, como la salud y la enfermedad, como todos los contrarios.
No hay que angustiarse. La chica que vende los ingresos es quien dio la primera llamada y ahora invita a los presentes a ir pasando al teatro. Luego la audiencia no pasa de diez personas.
La reflexión comienza con dos antagónicos y futurísticos doctores que diagnostican enfermedades serias y comunes, para así introducir a los líderes de los hombres.
Hitler protagoniza el primer acto en un monólogo, a veces interrumpido por la voz de Eva que le pregunta: - ¿Con quién hablas?.
- A la historia. – repsonderá el furher. Éste augura una desintegración mundial el día que la humanidad piense. Culpa al pueblo alemán de no saber ni querer pensar; aún peor, él tiene que pensar por ellos. Nombra a sus rivales en la guerra, insultándoles y maldiciéndoles, y reclama que la única diferencia entre ellos y él es la victoria y la derrota: y esta vez él es el perdedor.
En el segundo acto entran en escena Churchill y Stalin, ya ganadores de la guerra; debaten sobre el paradero de los restos de Hitler. El ruso desea mantener la duda, pues es necesario sembrarla para que el pueblo continue precisando a sus gobernantes.
En la tercera parte de la obra, Stalin se reune de varios camaradas ministros con el objetivo aparente de desenmascarar a un posible traidor entre ellos, a un traidor del proletariado que impide la liberalización de la clase obrera. Stalin juega psicológicamente con todos y a su antojo, y los camaradas muestarn su versión más rastrera ante la denuncia.
La pieza trata de la enfermedad mental propia de líderes políticos, obcecados con el control de las masas y el poder, ensimismados en sus personalidades o halos superiores, que se creen elegidos por algo más que la providencia histórica para dejar sus nombres en ella.
No da tiempo para mucho más después de la representación. En la misma mesa sobre la tarima del salón del Rincón cultural el gallego da cuenta de un pan con jamón y tomate seco, que a pesar de estar buenísimo se le atraganta, ya que los actores van llegando de paisanos, saludando a un par de mujeres que ocupan el espacio. Como la directora había dicho, la obra, o el asunto de la obra es universal, no es un punto subjetivo desde una villa o barrio de Buenos Aires, no es una obra estrcitamente argentina, sino más bien, un punto de vista clínico acerca de los poderosos del mundo, o de las enfermedades que se generan con el ansia y abuso del poder del mundo.
¿A quiénes les damos el poder? ¿En manos de quién estamos? Ellos están enfermos y nosotros... en conciente e inconciente peligro.
Ahora el gallego recapacita y sí, las conspiraciones y deseos ocultos son reales, el mundo es un pañuelo, pero eso no significa que sea apasionante, todo lo contrario, suele acabar siendo decepcionante.